domingo, 14 de noviembre de 2010

Escrito II - Un nuevo amanecer



    La verdad duele, dicen. Diría que en la verdad hay un movimiento, una transición del desengaño hacia la aprehensión de esa verdad. Esa transición es la que contiene el mencionado dolor. Quizá el final, la etapa de la aprehensión, poco a poco puede hacernos sentir hasta  reconfortados, en algún punto profundo hasta alegres. ¿Por qué siento a mi vida, una eterna transición? ¿Por qué no siento la vuelta dialéctica? ¿Frialdad de piel y de corazón? No, no puedo. Todavía no puedo, aunque no estoy peor que antes. ¿Sentimientos artificiales? Diría que si. Acciones, sentimientos y esperanzas hechas de cera que se derriten cuando me acerco al sol y así vuelvo a caer con mis dioses y demonios, con mis estrellas y mis deseos. Sueño con muchas cosas que no puedo comprender, quizá por falta de voluntad, quizá por falta de interés o quizá por una conciencia que sabe de esa cosa a la que llamamos futuro.
    Sin embargo aquí estoy, hoy otra vez como ayer y otros días pasados, tan especiales, tan olvidables. Me alejo de mí adrede, por necesidad (me gusta pensarlo así). Me alejo y quiero verme disfrutando de la vida, de mi vida, mas no puedo, no puedo. Los sueños mueren con un despertar, con un desengaño que da paso a esa transición bendita. Da paso a lo que la vida nos regala por vez única, esos sentimientos hermosos que hoy casi siento, con una tenuidad que lastima y reconforta a la vez. Quisiera que Dionisio me visitase, lo tengo tan abandonado últimamente que quizá ni se acuerde de mi. Quisiera crear, mas la voluntad se desvía a la tinta. Se desvía y agota sus fuerzas en el papel, llorando, confesando, esperando.
    La vida es una búsqueda, dije. Más hoy encontré algo más de la vida, otro concepto, otra definición, otra faceta. La faceta que va del desengaño a la aprehensión. Queridos sean todos, vivan con aprehensión. 


                                                                                                             Atentamente,
                                                                                                          Ezequiel Ocampo

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Escrito I - Empieza a sangrar

   


   La Idea es perfecta, más nosotros la descomponemos con las palabras. La descomposición es buena, pues sólo queda la búsqueda. Pero cuando encontramos y ponemos fín a nuestra búsqueda, nos damos cuenta que todo fué en vano, pues lo imperfecto suma. Y esa búsqueda es la que llamamos vida. La vida es hija de lo imperfecto...



                                                                                                             Atentamente,
                                                                                                          Ezequiel Ocampo