miércoles, 14 de agosto de 2013

Dulce súcubo, cruel tentación (Mulier Aeterna)

  Ha decidido renunciar a su pecado
Por su conocimiento banal.
Es la única que sostiene la Luna,
Mis Lunas, tus Lunas
Con su mano virginal.

  Quizá fue una pesadilla de dolor
La que, frente a tus ojos, cruzó.
Entre estas tumbas de gélida roca
Caminando vadeó.

  Tus ojos, perdidos en la ciega oscuridad,
Han venido a buscarme.
Todavía no encuentras mi nombre
Ni la piedra. Ni en la carne.

  El frío de la noche
Te hace dudar una vez más
Y el pensamiento se nubla
Por demás.

  El destino se ha cumplido,
Haciéndose aún más complejo.
Lo corroboras en la tumba vacía
Y sin indicio bermejo.

  Sin embargo actúas
Con tu redención gótica,
Acorde a tus placeres
Y tu condición narcótica.

  Esa voluntad produce que caiga
A tu pies, nuevamente,
Con el vampiro muerto a mi diestra
Y mis virtudes, insolentes.

  Con oscura seducción
Ahora te mueves
Entre las rosas muertas
La hierba y la nieve.

  Una imaginación salvaje
Nunca podrá pensarla.
Una percepción afable
Nunca podrá tocarla.

  Avanzas sin piedad,
Mordiendo el fuego,
Cruzando todo límite
Por tu espíritu impuesto

  La noche te vio nacer
Con la Luna a tu favor;
Un corazón solitario
Que, por compañía, muere de horror.

  Te has convertido
En la Bestia del Paraíso
Que no permite que sueñe.
Sin tener tu permiso

  Un crudo invierno
Y un cuchillo entre sus manos.
(La espina se hunde cada vez más)
Y sólo sonríes, con gran afano.

  “Pero mira hasta dónde hemos llegado
Para tan miserablemente morir!”
La sangre sigue su flujo.
Se ha arrepentido como cualquier mortal.
Sin reproche, sin moral.

 P.D.: Dicen que éste poema, Edzhekil Komohvpa, lo escribió cuando soñó con aquella mujer: la Mujer Eterna. Ella rozó su piel toda, dejando impregnado su dulce perfume en la memoria de aquel. En base a eso, Komohvpa, aspiró a tantear aquella exquisita figura de ensueño. La anécdota expresa que escribió unos 700 versos de los cuales sobrevivieron éstos 14, luego de que el propio Komohvpa tomara la (absurda?) decisión de calcinar las más de 107 páginas que comprendían el amplio poema. 
  Pero como leyó por ahí: 

 "Siempre se pierde lo esencial. Es una
Ley de toda palabra sobre el numen (...)"


  Palabras que lo marcaron. Verdaderamente lo estigmatizaron. Quizá la absurda decisión tiene su justificativo allí, en aquellos 2 infinitos versos

Olga Olinda Plok (1946-2009)

  El recuerdo es lo que más destruye.
Fallé en dar buen ejemplo
De los días de agonía
Y mi cegada intención sólo huye.

  Quizá mi cruz se libere con el silencio,
Si es verdad que mi destino
Se encuentra en tu creación,
En tu razón de vivir que aprecio.

  Gracias,
Y como dijiste a través de mí:
Vivamos el presente
Y no pensemos en lo obscuro de nuestro porvenir,
Seremos ilusos soñadores, eternamente.

  Una noche más, una menos,
Una pena más, una menos.

  Elegiste esta noche,
Las he sufrido tantas veces
Que no me sorprende
La carencia de reproche.

  Supimos que la inocencia,
Aunque sea inconscientemente,
No da lugar al deseo:
¿Cuándo la hemos perdido?
¿Nosotros? ¡Indigentes!

  Si sólo confiamos nuestra mano
A un páramo de silencio y soledad.
Miseria de tacto.
Riqueza de sobriedad

  Gracias,
Ya sabes que parte de mí
Es legada,
Aunque creo que gran parte,
Por mi espíritu abogada

  El poder nos calló,
La resistencia nos mudó.
La tormenta la creamos,
Pero solo para nosotros.
Y en recuerdo,
Escribimos con fervor.

  Te soltamos con el viento,
Cómplice casual;
Tu universo consumado:
Te vimos reír, te vimos en paz.

  En ese instante infinito
La idea se hizo ideal.
Fracaso de materia.
Agonía llevadera.

  Solo nosotros sabemos,
Pero solamente yo siento por ti.
Pero no hablemos de casualidades,
La tierra bastante seca está.
Y tú eres la luz que asoma en mí.