viernes, 27 de septiembre de 2013

Breve exposición sobre la Pasión de Eva

  Eva no era boluda. Sabía muy bien lo que hacía. Estaba podrida de vivir cada día lo mismo. Su espíritu aventurero se lanzó al contacto con la Serpiente. Era su conocida, la única; una amiga, mas astuta o menos artera no importa. El punto es resaltar este vínculo que abría su paupérrimo mundo de relaciones. Ella accedió, ante tanta desesperación, al mundo que le ofrecían, a los ojos que le brindaban, al pensamiento que ofrendaban. Quizá así podía rescatar del letargo al despreocupado y holgazán Adán. Quizá así podía salvarse ella misma, reconquistarse. Había dos opciones muy claras: pastilla roja o pastilla azul. Lo conocido o lo desconocido. Lo estático y lo dinámico. Lo seguro o lo inseguro. Quedarse a lavar sus percudidas patas en el Eúfrates o tomar caipirinha en Bahía. Y ella eligió. Oh, pero cómo eligió que hasta no pudo guardárselo para si misma! Y Adán no fue menos imbécil que ella, no, no. Hasta terminó desembuchando todo en la mismísima cara de Dios! El también deseaba. El deseo reprimido vuelve como la torta frita aceitosa dando arcadas al inconsciente. Y así una quedó con dolores de parto y sumisión al varón y el otro quedó con el trabajo, el sudor en la frente y el polvo de la tierra.
Mas allá que sea una explicación bastante pedorra, hipócrita y cobarde de la gnoseología hebrea, es una linda historia de amor. La desobediencia por amor. El instinto contra la razón. El pecado original consecuencia del amor. El amor a la verdad, a la realidad, a la aventura, a la vida, a la otra persona. Porque así tiene que ser el Amor: un amor con empatía, apoyo mutuo, camaradería y resultados sexuales freudianos; un amor puro ante la serpiente; un amor compartido ante todos; y por último: un amor desafiante, incluso, ante Dios…


1 comentario:

  1. Me encanta esta libre interpretación del Génesis, y la conclusión final... Impecable. La comparto totalmente ;-)

    ResponderEliminar